Tuesday, May 22, 2018

La educación pública no puede seguir esperando

A través de la institucionalidad de la que nos hemos dotado en democracia, Chile tomó la decisión de desmunicipalizar la educación pública a través de un sistema nacional, cuyo foco sea resguardar el derecho a una educación de calidad para todos los estudiantes del país.

En este contexto, es crucial rescatar la necesidad de velar por políticas de Estado en el sector, con perspectiva país y de largo plazo. En esto no hay atajos, seamos claros: no hay país que haya avanzado de modo sustantivo en la materia sin ponerse de acuerdo más allá de las diferencias legítimas que tengan los gobiernos de turno.

Es importante recordar que la evidencia respecto a la necesidad de desmunicipalizar es contundente. Gran parte de la crisis en que hoy se encuentra nuestra educación pública se debe a los problemas de gestión que tienen los municipios, los cuales en su mayoría carecen de los recursos y capacidades técnicas para garantizar el derecho a una educación de calidad. Esto ha generado profundas desigualdades, pues la calidad de las escuelas públicas depende de la riqueza de la comuna, la disponibilidad de equipos especializados en educación y la voluntad de los alcaldes de entregar más recursos. Ya lo planteaba la OCDE en su revisión de políticas educativas del 2004: la gran heterogeneidad de tamaños, recursos y capacidades de gestión entre municipios provoca desigualdades en la provisión de la educación pública.

Así, hubo acuerdo transversal en desmunicipalizar todas las escuelas públicas para darles una conducción pedagógica y administrativa profesionalizada y coherente, a través de un sistema único. Es posible que en algunas comunas las escuelas sigan teniendo buenos resultados por un tiempo, pero nadie asegura que con el siguiente alcalde eso permanezca y el sistema educativo requiere de estabilidad. Es por eso que se previó un plazo máximo en la ley, de modo de hacer una implementación gradual y definir un horizonte para la instalación total del sistema. 

Tras esta decisión, ¿cuáles son las verdaderas razones para tener una buena educación pública? Más allá del hecho de que, en promedio, los países de la OCDE tienen más del 85% de cobertura pública, en nuestro caso, con el modelo de municipalización, se ha ido gestando un peligroso proceso de segregación social, ideológica y religiosa. Es imprescindible mantener, a lo largo del territorio, una oferta pública, laica y disponible para todas las familias. Esto es crucial pues la educación pública establece la definición de calidad que orienta el sistema educativo de un país, promoviendo -más allá de nuestras diferencias- la formación de personas integrales y ciudadanos críticos, autónomos y participativos. Asimismo, la educación pública se orienta a la búsqueda de objetivos sociales y bienes compartidos, es decir, a la construcción del bien común, lo que tiene implicancias fundamentales tanto en las dimensiones político-culturales como en las económicas y sociales del país.

Implementar esta ley es probablemente el proceso de cambio más complejo que ha vivido el Estado de Chile en los últimos 20 años. Sabemos que lograr una educación pública de calidad no ocurrirá con la sola aprobación de la ley, sino que es un proceso largo que se sostiene en las creencias y competencias de las comunidades. Cuestionar el espíritu del sistema aprobado abre espacios de incertidumbre que lo impactan negativamente, generando inseguridad en miles de personas involucradas -entre ellas docentes, estudiantes y familias- que requerirán de confianza y apoyo en esta transformación. Esta es una tarea país, por lo tanto resulta urgente aunar esfuerzos de todos los actores para llevar a cabo los acuerdos que el país ya definió, fundados en el propósito moral que impulsa la necesidad urgente de una educación pública de calidad.

Fuente://latercera.com

Liceos emblemáticos mixtos: ¿Preparados para el cambio?

En 2016 Marina, una niña de 11 años, escribió una carta a la entonces presidenta Michelle Bachelet y al rector del Instituto Nacional. En su escrito pedía que las niñas pudieran ser admitidas en el emblemático liceo. “Pienso que, con una educación igualitaria para los hombres y mujeres, se haría un cambio permitiendo la igualdad de género en el país y no puede ser que las mujeres no podamos ir a un colegio porque somos mujeres o que los hombres tampoco puedan porque son hombres”, señalaba Marina.

Si bien su carta generó el debate en el momento, no se avanzó mucho más. Ahora, en el marco de las movilizaciones estudiantiles que buscan acabar con la educación sexista, es que el alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, indicó que los colegios mono géneros de su comuna podrán ser mixtos desde el próximo año si así lo desean.

El cambio no será obligatorio, sino que las comunidades escolares deberán discutirlo y de querer aceptar la propuesta deben hacerlo saber al municipio durante este semestre para que el segundo ya se comience a trabajar en los detalles de la implementación.


Una de las principales dificultades que podría presentar esta modificación es que las mujeres sean discriminadas y menospreciadas en el ámbito académico, pues tendrían que adecuarse a culturas escolares que remiten el alto rendimiento escolar al rol masculino, dejando en segundo plano el desarrollo femenino.
Según la socióloga, Pamela Saavedra, “cuando los colegios son segregados se les enseña a las mujeres de manera distinta y alcanzan mayores logros, pero hay que tener cuidado con los esencialismos”, pues, afirmó, en los colegios de un solo género también se crean estereotipos a los que los estudiantes deben responder en su comunidad, generándose “diferencias jerárquicas dentro de mismo género que pasan a ser muy importantes”.

A partir de esto, la experta en masculinidades señaló que no se debe omitir que en los colegios segregados se suelen potenciar estereotipos clásicos, como la rudeza en los hombres y la feminidad en la mujer. Por esto no descarta que el cambio a colegios mixtos pueda generar consecuencias positivas siempre que la idea nazca de la comunidad y se realicen capacitaciones, foros y conversaciones en torno a la implementación.

El psicólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Mauricio López, señaló que para concretarse esta idea el sistema requiere ajustes organizacionales y culturales, pues “no puede ser un cambio sin ninguna consecuencia”. Sin embargo, destaca que más a largo plazo puede generar efectos positivos para los estudiantes.

“Desde el punto de vista educativo y social, respecto al género o cualquier tipo de diferencia, la educación debe favorecer el intercambio y diversidad de características entre estudiantes. Educarse con personas de características diferentes hace a la educación más rica, pues, impulsa a que tengamos que enriquecer nuestras habilidades para relacionarnos con los otros, por lo que evidentemente es un cambio positivo”, afirmó.

Ambos expertos coincidieron que para que se lleve a cabo el cambio no se debe hacer de un día para otro, si no que las comunidades deben generar procesos de adaptación en los que se entreguen recursos a la comunidad escolar para entender cómo enfrentar el cambio sin caer en prejuicios y discriminaciones.

Por otro lado, una de las áreas que ha estado en la palestra por ser un ente clave a la hora de acabar con la educación machista es la de los docentes. Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores, indicó que son conscientes de que su rol es importante, “nosotros como profesores debemos ponernos en disposición a avanzar en algo que los tiempos están pidiendo”, señaló.

Sobre si los profesores podrían tener tratos diferenciados en el rendimiento académico de cada género, el docente indicó que “cada comunidad deberá tomar las medidas del caso para que en un inicio las niñas no sean menospreciadas por sus compañeros y profesores”.

Por su parte, la vocera de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios, Amanda Opazo, afirmó que este cambio es uno de los principales pasos para acabar con la educación machista, por lo que valoró la actitud del alcalde de Santiago e hizo un llamado a que el Ministerio de Educación adopte esto como una política estatal.
La vocera destacó que, más allá de que en un inicio las mujeres puedan ser discriminadas, “el que una mujer entre a un espacio machista y comience a generar un cambio de mentalidad en sus compañeros y profesores ya va a ser un avance”.

Para acabar con el machismo educacional, la dirigente estudiantil afirmó que los profesores deben ser evaluados, para así separar a quienes lo son de quienes no y saber qué tipo de enseñanza entregan.

Finalmente, sobre si el emblemático Instituto Nacional debe ser mixto o no, Opazo indicó que debe ser uno de los primeros en adherirse a la propuesta, pues “tiene una importancia nacional y son la base principal para empezar a generar los cambios y acabar con su cultura machista”, agregando que en muchas ocasiones los mismos alumnos son víctimas de un ambiente educacional que los vulnera al imponerles ideas machistas.

Vicente Salinas, presidente del Centro de Estudiantes del Instituto Nacional indicó que como comunidad escolar ya han tenido esta discusión y están abiertos al cambio, sin embargo, el Rector no ha fomentado la conversación entre los diversos estamentos.

El estudiante indicó que la inclusión de las mujeres es parte de la realidad actual, por lo que debe ser estar en la formación integral de su comunidad escolar, sin embargo, afirmó que “debe ser un proceso, porque no pueden llegar las mujeres y que la comunidad no esté preparada, no se deben encontrar con prácticas machistas.”

Durante este año, y luego de una serie de tomas y manifestaciones, el Liceo Arturo Alessandri Palma de Providencia, cambió de mono género a mixto, permitiendo el ingreso de niñas en los cursos de séptimo a primero medio.

Según su director, René Sporman, hasta ahora el cambio ha sido exitoso, y si bien aún quedan ciertas actitudes machistas por parte de la comunidad están trabajando en mejorar la cultura escolar.

Su versión fue reafirmada por Cristóbal Soto, presidente del Centro de Estudiantes, quien destacó que con esto no solo se les enseña conocimiento, sino que también tienen espacio para el compañerismo, la creación de lazos y pueden aprender a respetarse entre estudiantes más allá del género.

Desde los centros de estudiantes de diversos colegios emblemáticos no han descartado el cambio y aseguran que seguirán trabajando en actividades para generar el debate y la conversación necesaria para aceptar o no la propuesta de Alessandri.

Fuente://adio.uchile.cl

Monday, January 22, 2018

Análisis del Ministerio de Educación estableció que, en promedio, un 22,1% de los estudiantes de pregrado deja sus estudios durante el primer año.

Casi la mitad de las universidades del país registra un nivel de deserción de alumnos de primer año de las carreras de pregrado que está por sobre el promedio de los planteles, de acuerdo con un estudio realizado por el Sistema de Información de Educación Superior (Sies) del Ministerio de Educación (Mineduc).

El informe, sobre la retención, analizó la situación de los estudiantes de 58 recintos académicos públicos y privados en 2016, y detectó que el 22,1% de ellos abandona la enseñanza superior durante aquel primer período, mientras que el 77,9% permanecen en estas. Además, las estadísticas indican que del total de universidades, 28 de ellas tienen un nivel de deserción superior al promedio. El reporte no contempla los datos de las universidades de Aysén y O’Higgins, las que no tenían su matrícula activa.
Pese a estos datos, el análisis muestra que si se compara el promedio actual de deserción de los recintos educacionales superiores, se aprecia que esta ha mostrado una baja respecto de los últimos cinco años: pasó de un 25,4% en 2012 a un 22,1% actualmente.

Las universidades que tienen los más altos niveles de deserción son la de Ciencias de la Informática, con un 93,9%; la Arcis, que llega a un 61,8%, y la SEK, que tiene un 55,4%. En tanto, los planteles con menor abandono son la U. de Los Andes (11,3%), la U. Autónoma de Chile (12,6%) y U. Católica del Maule (12,9%) (ver infografía).
Para el académico de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, José Joaquín Brunner, el promedio de la deserción puede estar “alterado”, pues hay recintos en crisis que han tenido una fuga de alumnos, como la Universidad Arcis.

“Ese porcentaje está estadísticamente distorsionado por las dos últimas universidades (Arcis e Iberoamericana), porque son instituciones que van a cerrar, por eso es importante hacer hincapié en eso. Pero al referirnos al porcentaje promedio nos damos cuenta de que no tiene cambios significativos”, explica Brunner.

El académico añade que los resultados sobre la retención que logran las universidades, podría estar relacionado con la trayectoria escolar de quienes dejan sus carreras. “Demuestra que (las universidades) tienen una mayor dificultad para retener a sus alumnos. Esto se podría deber a que se trata de jóvenes con menores recursos y con una trayectoria escolar más débil, con bajos puntajes PSU”, agrega Brunner.

Un diagnóstico similar tiene Juan Pablo Valenzuela, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (Ciae) de la U. de Chile, quien manifiesta que “por lo general estas universidades son de menor desempeño, y las tasas de deserción se pueden entender porque ingresan estudiantes más vulnerables, los que muchas veces tienen que irse para trabajar o muchos de ellos quieren irse a algunas instituciones de mayor prestigio”.

Ernesto Treviño, director del Centro para la Transformación Educativa (Centre) de la U. Católica, asegura que los resultados también se podrían deber a la carencia de programas de acompañamiento para los nuevos pupilos. “Son universidades con mayor fragilidad en materia institucional, lo que quiere decir que no cuentan con programas de apoyo para sus estudiantes, ni con planes de seguimiento académico, lo que es fundamental para los primeros años universitarios”, indica.

Los expertos aseguran que para revertir la situación debería existir apoyo académico del Estado. Al respecto, José Joaquín Brunner señala que “habría que revisar también el apoyo en materia académica, económica y social. En caso de que esto no suceda, se deberían hacer cargo”.

Acreditación

Al considerar el factor de la acreditación o “sello de calidad” de las instituciones, se aprecia que las universidades que cuentan con esta certificación muestran porcentajes más bajos de deserción (21% en promedio). En cambio, un 43,7% de los estudiantes de primer año de las entidades que no tienen acreditación, abandonan.

Esto se evidencia con las tres universidades con mayor deserción, las cuales no están acreditadas por la Comisión Nacional de Acreditación, ente que realiza un análisis de la institución (financiero y administrativo), de los contenidos educativos y de la investigación para entregar esta denominación. Juan Pablo Valenzuela añade que esta realidad debería ser un indicador importante para que los alumnos decidan quedarse o emigrar a otra institución.

fuente://latercera.com